viernes, 18 de marzo de 2011

MI EXPERIENCIA EN EN NUESTRO JARDÍN DE LAS DELICIAS

En muy pocas ocasiones se tiene la gran suerte de participar en un proyecto tan contundente como “El Jardín De Las Delicias”, de Fernando Arrabal. Una obra pánica, escrita en 1967 y considerada un hito en la historia del teatro contemporáneo. Arrabal lleva las palabras, las imágenes, los personajes y las relaciones al límite más insospechado. La animalidad, la magia, la muerte , el sexo, la libertad llevadas hacia el paroxismo.
Antes de Arrabal, yo tenía una obsesión. Quería hacer mi teatro. Un teatro descarado y contundente. Sin prejuicios, bufonesco, libre, imaginativo y físico. Y entonces encontré a Fernando Arrabal. No podía creer lo que leía. La primera vez en toda mi vida en la que sentía una identificación tan pura con un autor... se abrió un camino de baldosas amarillas y tuve claro que la estrenaría.... pero no tenía equipo.
Lo primero era encontrar a un gran director; en este caso directora, y conocí a Rosario Ruiz Rodgers en un laboratorio de investigación sobre la violencia en el teatro en La Cuarta Pared y el teatro se hizo carne. Ella amaba el teatro de Arrabal, ella co - fundó el Teatro de La Abadía y fundó recientemente el espacio teatral Curtidores de Teatro en el que trabajo como profesor de movimiento. Fue el segundo hallazgo, pero sin duda el más importante. Nuestra andanza es fructífera. Ella dirige nuestro Jardín, y yo realizo la dirección de movimiento y formo parte del elenco. Rosario Ruiz tiene la capacidad de hacer arte. La apertura con la que afronta esta obra pánica es sin duda la clave para entender el universo arrabaliano. La fisicidad que impregna a las palabras y su ansia por mostrar toda la poesía en su máximo grado son las otras llaves que abrieron la puerta. A partir de aquí, todo viene rodado, el resto del elenco: Angels Jiménez, Mercé Rovira y Carlos Domingo; el escenógrafo, Gerardo Campana; y grandes profesionales que han apostado por un teatro elevado.
Los ensayos empezaron. Por una parte entrenaba a la compañía y dirigía el movimiento; sin duda un gran reto, porque El Jardín De Las Delicias exige una estilización a veces grotesca y otras divina en cada personaje, cada transición y cada imagen.
Por otra parte me encontré con el personaje más brutal de mi carrera. Zenón, mi hombre-bestia... mi animal humanizado. Gutural, sexual, masculino. Compañero sentimental “atípico” de Lais. Qué placer interpretarlo, pero también que insaciable... nunca es suficiente con Zenón, él quiere más.
Compartir escenario con Angels Jiménez (Lais), protagonista del espectáculo, ha sido un estímulo constante. Su nivel actoral y su compromiso son muy difíciles de encontrar en un mundo teatral cada vez más separado del concepto de elenco y de generosidad. Carlos Domingo (Teloc) proporciona un peso escénico a todo el montaje y Mercé Rovira (Miharca) ilumina el escenario con
su energía controlada y disparatada, al mismo tiempo. Compartir escenario con ellos era lo único que faltaba para conseguir estrenar, por primera vez en España, esta obra maestra.
Mucho esfuerzo, mucho… pero hemos estrenado en El Corral de Comedias de Alcalá de Henares. Y el 8 de Abril estrenamos en Madrid, en La Cuarta Pared con la presencia del propio Arrabal. Espero que el público quede tan impactado como en Alcalá, y también poder girar por todos los rincones para que no quede tan rápido en los archivos del Centro de Documentación Teatral.

Arturo Bernal.

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Reparto: Ruth Cabeza y Martín Bravo

Reparto: Ruth Cabeza y Martín Bravo

Incitación al Kennedycidio.

Primer montaje de Proyecto Bufo. Dirigido por Arturo Bernal.
Sello indiscutible de calidad y estilo.

Quería hablar sobre la dependencia emocional y las heridas que esto nos provoca. Para hacerlo contó con Antonio Rojano como dramaturgo y con Martín Bravo y Ruth Cabeza como actores. Partiendo de cero y con el paso de los meses se fue fraguando esta creación colectiva que tiene como base los bufones contemporáneos.

'Puede que INCITACIÓN AL KENNEDYCIDIO no sea más que un juego. El juego del amor. O del desamor. Un hombre y una mujer recrean a la pareja, pero con todos los lastres y vicios, cercanos a nosotros. Pero aún esta incitación hacia el crimen es mucho más. Un fiel reflejo de la imposibilidad y, a pesar de todo, de la esperanza que aún tenemos en eso que algunos llaman amor y que otros denominan violencia. INCITACIÓN AL KENNEDYCIDIO también podría ser un melodrama, un thriller político-conspiranoico o una tragedia de venganza con mala leche y poca poesía. Un viaje teatral que nos arrastra de los pelos hacia una parte de la verdad que hay en nuestras relaciones. La verdad capaz de sobrevivir a la locura de dos actores, que afilarán nuestra sonrisa. Recordemos, finalmente, que sólo los débiles y desgraciados pueden humillarnos sin que nos duela. Ya lo decía Aristóteles, ¿o no?'
Antonio Rojano